A 43 años del Exterminio del Frente Guerrillero Américo Silva en Cantaura, mi experiencia vivida.
Por: Judith López Guevara
A 43 años del
exterminio del Frente América Silva, comandado por el Catire Roberto Rincón
Cabrera, Enrique Márquez Velásquez y Emperatriz Guzmán Cordero, paso a relatar
mi experiencia vivida en ese momento.
Recuerdo el día 2 de
octubre, en la Universidad Central de Venezuela (UCV), estábamos estudiando un
grupo de compañeros de la Escuela de Economía, en el pasillo de medicina en la tarde de ese
sábado. Había mucho movimiento de patrullas de la DISIP en la zona de Santa
Mónica, cercana a la UCV; nos dijimos en ese momento “mosca estos están como
locos”. Amanecimos estudiando el día domingo 3; en la tarde nos despedimos,
porque algunos de los compañeros debían trabajar el lunes 4 de octubre.
La sorpresa cuando
llegamos el lunes a la UCV; quienes teníamos clases a las 7 a.m. nos
encontramos en la Facultad de Economía a la flaca María José Parada, Argelia
Velázquez Carrizales, esposa de Américo Silva, del Comité de Defensa de los Derechos
Humanos, Judith Salgado (La Negra), Armando Sánchez Torrealba, Midas Villasmil,
Jessica Souffront Lander, Richard Carrillo (Perico) y Leída Arias conocida como
María Propaganda.
En esa primera hora de
la mañana la noticia de un enfrentamiento en Cantaura estado Anzoátegui recorrió los pasillos y las aulas de todas las
facultades de la UCV. La información por parte de los medios de comunicación fue que habían muerto en enfrentamiento con la
DISIP y el ejército venezolano los guerrilleros del Frente Américo Silva.
Luego se fueron
incorporando el resto de compañeros de la militancia del Comité de Luchas
Populares, brazo legal del Frente Américo Silva. Transcurrido el día lunes y al
no tener noticias de lo que estaba ocurriendo, Argelia Velázquez Carrizales y María José Parada deciden enviar
una comisión, en la cual asumo la coordinación de este primer viaje al estado
Anzoátegui para precisar la noticia; me sugieren que busque a Rafael Hurtado,
un estudiante de educación media que nos podía orientar con los tramites de
busca.
Me voy con Humberto
Palacios (Ban Ban) y con el Che Carias; cuando llegamos no conseguimos a nadie ya
que todo el mundo estaba escondido. Llegamos al puerto y se escuchaba “mataron
a los guerrilleros que vaina, allí estaba Sor Fanny Alfonso”, se escuchaba a
los pescadores.
Nos dio albergue la
Sra. Petra Calma, madre de Luis Calma un guerrillero caído unos años antes.
Estando en la casa de la señora Calma, Argelia Velázquez nos informa que
debemos regresar, porque la represión arrecio contra todos los militantes del
Comité de Luchas Populares.
Al regresar a Caracas,
comienzan a salir los listados de los compañeros y compañeras caídos; el antiguo Congreso Nacional
debate para enviar una comisión parlamentaria para averiguar lo sucedido.
A todo esto, volvemos
a viajar, pero esta vez a El Tigre estado Anzoátegui. La comisión la
integrábamos Ángel Migues, Ricardo
Carrillo y mi persona, pero esta vez nos acompañaban algunos familiares de los
caídos que vivían en Caracas. Cuando llegamos a la ciudad de El Tigre nos auxilió
Dominga Veliz, hermana de Pedro Veliz Acuña preso político de La Pica en ese
momento; la Sra. Dominga trabajaba en una funeraria y facilitó en gran medida las
urnas para ser trasladados los cuerpos a las diferentes regiones del país.
Comenzó un viacrucis,
entre la fiscalía militar y la DISIP para rescatar los cadáveres de los
compañeros. Debíamos pasar obligatoriamente por la DISIP para poder ir al cementerio de El
Tigre, todos fuimos reseñados, cuando llegan a mí un comisionario me reconoce
por las declaraciones dada la semana antes en el Diario Antorcha y la emisora
de Radio, por la foto me mandan a detener; me dije “nunca me he dejado agarrar
presa y ahora me metí solita a la boca del
lobo”, en eso salto la Sra. Margarita Collazo madre de Nelson Pacin
Collazo, y grito “ella es mi hija y no voy a permitir que me la detengan”. El
comisionario le dijo “los apellidos no coinciden”, replica doña Margarita “ese
no es problema suyo, ya me mataron a mi hijo, no voy a permitir que la detengan
a ella, cuál es el delito por venir a buscar a su hermano”. Respire profundo
cuando ese Policía con poder dijo “déjenla ir”.
En el cementerio, con
la puerta enrejada y lleno de periodistas que no podían pasar, sólo había cinco
tumbas. Comenzamos a preguntar “dónde está el resto”. “En un enorme hueco, una fosa común, dice un
agente de la DISIP que estaba de vigilancia, “eran muchos, teníamos que meterlos
en ese hueco”.
El primero en ser
reconocido por su esposa de los enterrados en las cinco tumbas, fue el Segundo Comandante
Enrique José Márquez Velásquez (alias Florencio); quemado por las bombas, se le desprendió el
dedo índice cuando le fueron a tomar las huellas.
Dentro de ese
cementerio lo vivido por los familiares y nosotras y nosotros miembros del
Comité de Defensa de Derechos Humanos de la época fue dantesco. Al inicio de
las exhumaciones estuvo presente el Fiscal Militar, porque venía acompañando a
la madre de María Luisa Esteves Arranz, estudiante de Arquitectura de la
universidad Simón Bolívar y de Zootecnia en la universidad de Oriente,
asesinada y enterrada en la fosa común.
Al momento de abrir
ese gigantesco hoyo tuvieron que buscar una maquinaria pesada con palanca tipo
tractor, varios días en el cementerio, desde primera hora del día hasta tarde en la noche. La palanca entraba
en la tierra, a veces no traía nada, pero cuando sacaba un ataúd y producto del
excavamiento salían abiertas en la altura
que lo elevaba, y se veían brazos colgando.
Pareciera que fue ayer,
aún están en mi memoria esas imágenes; de los tres compañeros que fuimos por el
Comité de los Derechos Humanos, me tocó reconocerlos en algunas oportunidades
al lado del familiar y en otras, sola.
A mi lado estaba un agente de la DISIP que se hacía
llamar “Alexis”, no paraba de narrar como fueron asesinados los compañeros, su
morbo era impresionante, me dice “el Comandante de ese grupo, el Catire Rincón
Cabrera se la daba de arrecho, agarró el
arma para dispararnos y le di un tiro en la mano, en el brazo hasta que le
explote el corazón”; era una manera de torturar a los familiares. A los tres
días sale el cajón del Catire y estaba tal cual como dijo ese mal nacido; allí
exploté y le grite “asesino, torturador”; él me fue a golpear y se metió
Richard Perico: “a la compañera tu no la golpeas”, el agente de la DISIP estaba
solo en ese momento y se tuvo que ir.
Los gritos lo
siguieron hasta las afuera del cementerio, donde estaba la prensa. Yo gritaba “véanlo,
él es un torturador asesino, después de agarrar a los compañeros vivos los
torturo, véanlo bien”. No volvió más, pero sabía que estaba sentenciada, había
que cuidarse al salir de allí.
José Migues, único
hijo de un matrimonio español, fue acribillado en el pecho, fue fusilado, la
posición que tenia el cuerpo hablaba por sí solo.
María Luisa Estévez
Arranz (Natasha), fue acribillada en las piernas y un tiro de gracia en la
cabeza, su mama jugo un papel importante
como familiar por su condición de poder.
Rosa Emperatriz Guzmán
Cordero, (Sonia o Chepa), Tercer Comandante del FAS), cuando sale su ataúd
estaba uniformada, el golpe brutal fue en el cabeza, murió en el bombardeo.
Sor Fanny Alfonzo
Salazar (Patricia, oficial), también acribillada.
Nelson Antonio Pacín
Collaso (Freddy), fue el único cuerpo que se le hizo autopsia, porque el tiro
que le partió la pierna no era para llegar muerto al hospital, con ese examen
forense quedo revelado que se utilizó balas DumDum para exterminar a los guerrilleros
del FAS.
Podría continuar la
lista describiendo cada caso, de cómo cada
cuerpo contaba su tragedia, pero el artículo se haría demasiado extenso,
ya habrá más tiempo para contar la historia.
Allí estaban todos los cuerpos como evidencia.
La línea del Estado Burgués era: o entran en la política de pacificación o se
mueren. Los otros partidos como la Liga Socialista-OR y el Partido de la Revolución
Venezolana-Ruptura (PRV), habían llegado a
acuerdos con el gobierno y procedieron a pacificarse, esta situación
debilito al movimiento revolucionario.
Comentarios
Publicar un comentario