Datos Históricos: Mary McLeod Bethune
Se llamaba Mary
McLeod Bethune. Había nacido en 1875, en Carolina del Sur, hija de padres que
habían sido esclavizados. Era la número 15 de 17 hermanos, en
una familia humilde. Desde niña
trabajaba. Pero ese día, frente al libro —vetado por prejuicio, no por ley—
entendió que el mayor muro no era el color: era la ignorancia impuesta, sino
por racismo— comprendió que la verdadera barrera entre blancos y negros era la
educación.
Tenía 12 años
cuando vio una biblioteca por primera vez. Era la hija de una mujer que lavaba
ropa en una casa blanca del sur de EE. UU. Se acercó con curiosidad y tomó un
libro… hasta que una voz la detuvo: “Eres negra. Los negros no saben leer.” Aquella
frase no la detuvo. La encendió.
Caminó 16
kilómetros diarios para ir a una pequeña escuela para
niños negros. Aprendió a leer. Luego enseñó a sus padres, a sus hermanos,
vecinos, a los granjeros, en fin, a todo aquel que necesitaba aprender para
enfrentar la vida. De puerta en puerta, como si la alfabetización fuera un acto
de resistencia. luego enseño. Fue la mejor
alumna de la escuela, se convirtió en maestra su sueño de enseñar desde ese
momento, nunca dejó de educar, era una forma de revelarse contra el esclavista,
racista, misoginia.
Fundó una escuela en Daytona
Beach que luego se convertiría en la Universidad Bethune-Cookman. Su alcance de
enseñar llego a las cárceles, donde alfabetizo a prisioneros. Formó
alfabetizadores, multiplicando los saberes. Y se enfrentó al racismo
institucional de su época con la fuerza de las palabras, las ideas y la acción,
tiempos muy difíciles. Enseñó también en lugares olvidados y remotos. Cambió vidas a través de la educación, no
solo daba clases, formaba conciencia, de clases de etnia. Ayudaba a las
personas a recuperar su voz, su historia, su dignidad, fue una revolucionaria
de hechos tangibles.
Se estima que
enseñó a leer a más de 5.000 personas. Pero su verdadero legado es
incalculable. Porque cada palabra que alguien aprendió gracias a ella... fue
una victoria contra el olvido. Pero su misión iba más allá
del aula. Mary no solo educaba: empoderaba. Llevaba a sus estudiantes a sacar
documentos, a conocer su historia, a reclamar su lugar. Presionó al Senado,
debatió con líderes, escribió manifiestos, y fue nombrada asesora presidencial
en temas raciales por Franklin D. Roosevelt.
Fue conocida como
“la Primera Dama de la Lucha”, y no por un título simbólico: sino porque abrió
caminos para miles, antes de que nombres como Rosa Parks o Martin Luther King
Jr. llegaran a las portadas.
Pero si cuentas a
quienes formó, a quienes inspiró, a quienes les devolvió la dignidad… su
impacto es incalculable.
Murió en 1955, el
mismo año en que otra mujer negra se negó a ceder su asiento en un autobús.
Y aunque Mary no
vivió para ver ese momento, sin duda... lo sembró.
Porque el poder de
una mujer que lucha con un libro en la mano es más fuerte que cualquier ley de
segregación.
Entre los honores
que recibió se encuentran la designación de su casa en Daytona Beach como
National Historic Landmark, de su casa en Washington D. C. como Lugar Histórico
Nacional y la instalación de una estatua en su honor en el Lincoln Park en
Washington D. C. Esta estatua en bronce de 5,10 metros, hecha en 1974, “es el
primer monumento en honor a una mujer afroamericana en un parque público en
Washington D.C.” La asamblea legislativa se Florida la designó en 2018 como el
individuo de una de las dos estatuas de Florida en el National Statuary Hall
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