ARGELIA LAYA “COMANDANTA JACINTA”: LEGADO FEMINISTA Y DESCOLONIAL EN VENEZUELA
“Yo amo la vida entrañablemente,
al ser humano, a la naturaleza;
amo profundamente la belleza,
la acción y los sueños”
Argelia Laya
Nuestra Causa
Reivindicar
la historia y lucha de los movimientos de mujeres en Venezuela, el pensamiento
nuestro americano y la voz del pensamiento del sur para una reflexión feminista
desde lo que somos, pasa por remitirnos al pensamiento etnoeducativo,
emancipador, feminista y decolonial de Argelia Laya, quien desde su lugar de enunciación,
como mujer, afro, barloventeña, maestra, madre, militante, y guerrillera, expresaba:
“Nunca
me he dejado humillar, ni por mujer, ni por negra, gracias a los valores que me
enseñaron mi madre y mi padre. Por pobre, negra y mujeres que me tienen aquí”.
Por eso a
su alrededor se agruparon diferentes feministas, mujeres y políticas, con
diversas posiciones ideológicas, pero con una unificada bandera de lucha,
visibilizar la explotación y la situación de dominación específica de las
mujeres (reto actual de la agenda feminista en Venezuela), desde una visión de
las múltiples y complejas formas imbricadas de discriminación de las mujeres,
lo que definimos hoy como feminismo interseccional y que aporta al feminismo
socialista en Venezuela. Decía: “Además
de socialista, soy también feminista; considero que la liberación del ser
humano (del hombre y de la mujer) depende básicamente de la liberación integral
plena, absolutamente completa, de la mujer”.
De esta
manera, lideró múltiples y exitosas conquistas ligada a la revolución social y
a la defensa de los derechos de las mujeres, luchas que visualizó íntimamente
vinculadas para el establecimiento de una sociedad socialista de iguales y de
justicia. Argelia sostenía: “que ninguna tribuna debía dejarse vacía, porque en
todo espacio posible era necesario el mensaje de la liberación de las mujeres”,
siendo ella incansable protagonista y dando aliento para que otras su unieran
con su ayuda y orientación. Como lo señala Alba Carosio (2014): “Argelia usó la
palabra como arma de lucha, para revelar los males del patriarcado y el
capitalismo”.
El legado
de Argelia para construir el pensamiento nuestro americano y caribeño es
inconmensurable, es palabra y acción, convertida en praxis, pues, denunció los actos de
injusticia y de exclusión, pero también aportó propuestas contundentes para
establecer la estructura institucional y jurídica para defender los derechos
sin claudicar nunca ante poderes fácticos, ni patriarcales.
El que Argelia
se haya abocado con tanto valor y perseverancia a la organización y dirigencia
del movimiento femenino es consecuencia de su sensibilidad como educadora y de
su lucha política contra la injusticia social. Decía, que “las reivindicaciones de la mujer venezolana, es la causa de la patria,
es la causa de la familia venezolana que en más de la mitad está en manos y
sobre los hombros de la mujer venezolana”.
Además,
planteaba que el problema de la minusvalía de la mujer, de la situación de
inferioridad en la cual se encuentra la mujer venezolana, tiene dos bases: una ideológica y otro
material. Explicaba:
Desde el
punto de vista ideológico, tenemos que iniciar la lucha por cambiar las
concepciones atrasadas acerca de la mujer, por cambiar las concepciones
reaccionarias del hombre, y plantearnos la rehumanización de la sociedad
venezolana, la dignificación del hombre y de la mujer para poder impulsar el
cambio profundo, la transformación profunda que exige nuestra sociedad. Es
necesario desechar los prejuicios, cambiar leyes, ideas, costumbres, valores y
patrones de conducta que niegan la igualdad al ser humano del género femenino.
Es necesario crear las condiciones materiales para que la mujer pueda
incorporarse en un plano de igualdad a la tarea de transformación de esta
sociedad en las áreas económica, social, cultural, en la ciencia, las artes, el
deporte, en todos los aspectos de la vida del país.
Dentro de
esta praxis podemos destacar:
·
Participación en la formulación del Plan Nacional “Educando para la Igualdad”,
con la intención de erradicar todas las formas de discriminación por sexo en el
sistema y proceso educativo.
·
Luchó por la reforma el Código Civil en 1974, para la
igualdad entre mujeres y hombres en el reconocimiento de los hijos de uniones
extramatrimoniales y participantes de la herencia paterna, precisaba:
Se calcula que las tres cuartas partes de los niños venezolanos no
conocen a su padre, en la mitad de las familias del país, solo existe el
apellido materno. La irresponsabilidad del “macho criollo” hacedores de hijos y
luego los abandona, es una característica de la sociedad venezolana que debe
ser estudiada profundamente.
·
En 1946, acompañó la lucha por el logro del voto
femenino.
·
Fue activista política de la lucha contra la violencia
de género desde la promoción de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la
familia y la creación de las Casas de la Mujer. Así fue su denuncia incansable:
La violencia contra la mujer, a veces, visible o evidente y, otras,
invisible o no evidente es uno de los problemas que llaman a nuestra
organización como humanas. Así, nuestras estrategias deben centrarse en
acciones, programas y proyectos dirigidos a la eliminación de todas las formas
de discriminación: sexual, racial y social. Todo ello a partir de la acción
crítica, solidaria y participativa, tanto entre las mujeres como entre nosotras
y el resto de los seres humanos (Artículo publicado en la Revista
Mujer Negra, 1994).
·
Batalló contra el analfabetismo de las mujeres y la
discriminación educativa, en cuanto a la defensa de los derechos de las adolescentes
embarazadas a no ser excluidas del sistema de educación, creando un precedente
histórico del derecho universal a la educación que tienen todas mujeres y que
disfrutamos hoy.
·
Defendió los derechos de las mujeres trabajadoras, la
protección del embarazo y la maternidad en el ámbito laboral, por el
establecimiento y por la regulación de las guarderías para las madres y padres
trabajadores, por las embarazadas, por el reposo pre y post natal, por las
madres y los niños adoptivos, por la no discriminación en las ofertas de empleo.
Ilustraba esta realidad:
El desempleo existente en el país afecta más directamente a la mujer que
al hombre. Ella, como ser humano, tiene el mismo derecho y el mismo deber de
trabajar para ella, su familia y su comunidad. Sin embargo, este sistema le
niega derechos a la mujer, el primero fue la participación activa en la
producción, al desarrollo de su talento y su energía creadora.
·
Por el reconocimiento, en principio, del 15% de
participación femenina en los cargos partidistas y otras de más inmediatez:
El sector
femenino de las clases populares tiene el derecho al voto, pero no participa en
la política, porque no puede ejercer sus derechos cívicos. La mujer venezolana
es una ciudadana de segunda categoría que se le ha engañado para que use su
derecho al voto para elegir a los políticos sirvientes de los poderosos.
·
En el área de los Derechos Sexuales y Derechos
Reproductivos, defendió el derecho de las mujeres a un embarazo seguro, a fin
de evitar muertes por las interrupciones clandestinas del embarazo, donde las
principales víctimas eran las adolescentes y mujeres empobrecidas, su propuesta
estaba dirigida a la despenalización del aborto en el Código Penal:
La primera causa de mortalidad de las madres venezolanas es el aborto.
Existe toda una maquinaria clandestina que cobra grandes cantidades de dinero y
pone en peligro de muerte a las mujeres (solteras en su mayoría) que acuden
desesperadas a provocarse el aborto para evitarse mayores problemas. De 7600
abortos realizados en 1969, más de la mitad fueron de criaturas concebidas
fuera del matrimonio, y de esas 7000 mujeres, 227 tenían una profesión u oficio
calificado, las otras son consideradas en las estadísticas como “inactivas”, a
saber: amas de casa, estudiantes, prostitutas, menores de edad.
·
Luchó incansablemente por la desaparición de los
estereotipos sexistas del machismo y del patriarcado, que producen una mayor
alienación de las mujeres, que las mantiene en una situación de explotación,
subordinación y no les permite ver los caminos para su propia emancipación:
El machismo
reduce a la mujer a una condición inferior es hijo legítimo de la explotación
del hombre por el hombre, el mejor aliado del capitalismo. El hombre y la mujer
de las clases explotadas, los militantes revolucionarios defensores del
machismo y practicantes con su familia y en las relaciones con la sociedad,
sirven de instrumento a sus opresores porque marginan a la mujer de la lucha de
clases de forma consciente o inconscientemente.
·
Abanderó la lucha contra la feminización de la pobreza
y por el reconocimiento del valor del trabajo doméstico.
Y su gran sueño fue generar un
movimiento de mujeres integrado y combativo, unido por la solidaridad y
sororidad, promoviendo la creación del Movimiento
de Mujeres Socialistas.
Último escrito de Argelia Laya en Caracas,
durante el mes de enero de 1997 (muere en noviembre de 1997): “He participado en la política desde hace
más de medio siglo, como luchadora social por una democracia verdadera, por la
justicia, por la paz, la causa de la mujer y de todos los derechos humanos.
Siempre he nadado contracorriente, he podido avanzar al lado de las mujeres y
de los hombres con quienes he compartido sueños y responsabilidades”.
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